miércoles, 16 de marzo de 2011

I CARRERA DE MONTAÑA DE CHOVAR


Cuando iba con el coche hacia Xóvar (Chóvar en valenciano) una vez pasado Soneja, me iba fijando en que las nubes no se movían de las montañas hacia donde me dirigía, de hecho la sensación era de que íbamos a acabar chopados hasta los huesos, pero una vez llegado a Chóvar, vi que sólo era una llovizna débil, aunque eso sí, el terreno estaba mojado. Pensé que tendría que fijarme en donde ponía los pies. La entrega de dorsales fué rápida, creo que más de un corredor o corredora se echó atrás por la lluvia, pero los valientes que estábamos allí, teníamos ganas de guerra, y en la salida las 300 personas que estábamos allí, estábamos muy animadas.
Comenzamos a correr, y tal y como la organización nos había avisado, los primeros kilómetros eran todos de subida, aunque en el kilómetro tres y algo, había un control, donde se nos dijo que llanearíamos un kilómetro para luego seguir subiendo. Estas indicaciones eran de gran ayuda, para dosificar el esfuerzo, y evitar llegar "quemados" a mitad de la carrera. El recorrido por la sierra de Espadán, ni qué decir tiene que era muy agradable. Las lluvias contribuyeron a que estuviese todo muy verde y se pudiesen apreciar variedad de plantas de mil colores, incluso en algunos tramos, mientras respirabas, podías percibir el aroma del orégano o el romero, lo que para un corredor de ciudad, siempre es una novedad super agradable. En el kilómetro del 6 al 7 aproximadamente, se subía a la primera "cima" de las 3 duras que había (ya llevábamos un buen rato ascendiendo sin correr (por lo menos a los corredores del montón nos era imposible) ya que no entramos en la categoría de cabras alpinas. Después había un descenso sencillo, de unos 3 kmts por una senda de asfalto, al fnal de la cual, se volvía a coger un sendero de montaña (cuidado al pisar chaval, o te irás de morros) y luego un camino descendente de tierra, hasta llegar al kmt 9, donde nos indicaron que nos quedaban "dos repechitos" y una bajada y que ya lo teníamos chupado. De repechitos nada, eso eran dos señores pechos, y de silicona oiga¡¡. Pero es donde se disfruta, en esos trozos exigentes donde cuesta controlar la respiración y notas las piernas ardiendo.
Después vino la bajada. De nuevo, un trozo de bajada que exigía algo de técnica por caminos de piedras, y al final, ya vislumbrando el pueblo, se convertía en una suave senda que te llevaba a Chóvar, donde hasta que no estabas en la plaza, era como si no pasara nada, de lo tranquilo que es ese pueblo (por cierto, famoso por su agua mineral). Llegando a meta, el speaker de la organización hacía un gran trabajo nombrando a todos los corredores e insuflándoles ánimos con buen humor y logrando ambientar la fiesta. El crono marcaba 02h16'. No me sentí orgulloso de mi marca, ya que eran tan sólo 16 kmts, pero el objetivo era disfrutar de la carrera y es lo que hice, haciendo fotos y hablando con quien me venía en gana. La organización había dispuesto un refrigerio a base de torta de espinacas caseras, refrescos, cerveza, agua (de Chóvar, claro) y dulces típicos de la zona, con lo cual, recuperé unas cuantas calorías antes de estirar y dirigirme satisfecho a casa, después de una carrera que creo que repetiré el año que viene.


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